No es suyo
el dolor,
es interno,
su mirada
se achino,
sudaba frío,
adentro un
viento,
reía lenta,
se perdió
en una imagen,
no lloraba,
pero se veía
como sí,
buscaba saber
quien era,
el suelo temblaba,
y eran sus pies,
hinchados,
tiesos,
lilas
oscuros,
defectuosos,
no existe
mejor sombra que tu recuerdo,
serás eternamente
mi única verdad,
suspiros de
té de manzanilla,
los labios
se secan,
de nervios
y lágrimas,
las perlas
se parten,
contra la
tierra,
volvió a
sentir tocar fondo,
a perder
tiempo y peinarse,
a perder
tiempo y resistir,
a mirar el
campo por la ventanilla,
a cantar
para adentro,
no quería
pensar en finales,
sufría una
noche en paz,
de esas sin
sonido o movimiento,
tampoco mucho
calor,
sólo el
canto de los grillos,
y las
estrellas titilantes,
la cama
fresca para soñar,
en la
garganta vidrio molido,
cenizas en
el horizonte,
bastante
lejos,
feroz
destino se avecinaba,
bajo el
desierto,
alejándose el
pavor a recomenzar,
otra vez,
su vientre
se endurece,
habitado,
la cesárea
será en instantes,
amanecerá,
con nuevo
disfraz.
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